Entre nuestros parientes lejanos o cercanos no faltan los casos de quienes se salieron de la norma establecida. Hombres o mujeres que según algunos, se farrearon las oportunidades que les brindó la vida; otros que llevaron una doble vida teniendo hijos ilegítimos -otrora la ley los denominaba “hijos naturales”- cuando el único hijo no natural, que yo sepa, fue Jesús. Sus historias nos llegan con variados matices dependiendo quien las cuenta. Reconocidos como pioneros, rupturistas o incluso héroes, o como sinvergüenzas, traidores, malos padres, adulteras, etc. En fin, “ovejas negras”. A veces sus historias se guardan como secretos de familia, porque fueron criminales que aún no han sido descubiertos.
¿Cómo habría contado su historia, Ismael, el hijo que Abraham concibió con su esclava Agar y que fuera después expulsada a petición de Sara? Muy distinta seguramente, de la historia que habría contado el predilecto, Isaac. ¿No habrá experimentado Ismael, resentimiento, rabia o aún deseo de venganza hacia su progenitor ausente?
Pienso en nuestra propia historia. Somos hijos de una misma madre tierra, sin embargo hay muchos hijos de nuestro país que han sido expulsados del progreso, de una vida digna. Relegados a vivir en la marginalidad, en la indignidad; casi en la esclavitud moderna.
La palabra Patria, Wikipedia la define como “tierra natal o adoptiva ordenada como nación a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos”. Las guerras en defensa de la patria, históricamente no han sido otra cosa que la defensa del patrimonio de esa tierra: sus recursos naturales. Lamentablemente ese patrimonio no ha asegurado las mismas condiciones de vida a los hijos de la nuestra. Desde esta perspectiva, no me sorprende la violencia de quienes destruyen los llamados símbolos patrios: estatuas, monumentos, etc. Para ellos, representan justamente ese “patrimonio” del que han sido excluidos.
Se dice que estamos inaugurando una nueva era; un nuevo orden de cosas. Marzo, mes en que conmemoramos el día internacional de la mujer, nos trae a la memoria, el sacrificio de tantas heroínas anónimas que han ido pariendo una nueva manera de concebir nuestra dignidad. Abrigo la esperanza que poco a poco vayamos transitando también, del concepto Patria, a uno nuevo. “Matria”, nos haría conscientes de la urgente necesidad de CUIDAR la vida, no solo de la especie humana. Para eso, no necesitamos más guerras; éstas siempre dejan víctimas de lado y lado. Necesitamos con urgencia gestar un nuevo orden que asegure a cada uno lo necesario para vivir dignamente. Imitar a esas madres, que aún teniendo muchos hijos, defienden la vida de cada uno de ellos y a veces con más tesón, la de un(a) hijo(a) más débil.
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