No solo es un alcalde con alta aprobación de sus vecinos y vecinas, sino que tiene presencia nacional por gestionar exitosamente en su territorio iniciativas que podrían aplicarse nacionalmente si hubiera voluntad política. Su farmacia, óptica, librería y universidad popular son hechos que hablan y dan que hablar.
Óscar Daniel Jadue Jadue, tiene 53 años de edad, es nieto de inmigrantes palestinos llegados a Chile hace casi 100 años, que se instalaron en la comuna de Recoleta, en Santiago. Sus padres son Magaly del Carmen Jadue Jadue y Juan Fariz Jadue Jadue, ambos pequeños comerciantes. En esta comuna de la capital, el ahora alcalde nació y pasó su infancia, Aquí ha estudiado y trabajado.Es arquitecto y sociólogo de la Universidad de Chile. Pareciera que gracias a sus dos profesiones, coordina bien la teoría con la práctica y la estética. También se licenció en Gestión de Calidad Total en la Universidad Católica del Norte, y obtuvo el magíster en Urbanismo de la Universidad de Chile y se especializó en viviendas sociales.
Es militante del Partido Comunista pero ello no le ha impedido ser un estudioso de las Escrituras, tanto del Antiguo como Nuevo Testamento. También de la Enseñanza Social de la Iglesia. Por ello la Fratelli Tutti se la devoró. La tiene completamente subrayada (como se observa en la foto principal) y le agrada referirse a ella y reflexionar sobre todo con audiencias creyentes.
Cuando se le solicitó la entrevista y se le informó el objetivo, accedió de inmediato “y con mucho gusto”, dijo.
Orígenes de fe
— Algunas personas dicen que para declararse ateo, debió haber conocido a Dios antes. ¿Qué opina de esa afirmación? ¿Es real?
— Es probable. Sobre todo en un mundo donde una mayoría significativa de personas son creyentes en cualquiera de todas las religiones. Y cuando uno nace, nace en un lugar, una familia y en un tiempo que no elige. Nace con ideas introducidas que tampoco elige y que habitualmente tienen que ver con ideas cristianas o religiosas. De hecho, la mayoría de quienes son parte de religiones monoteístas sobre todo, son bautizados antes de que puedan decir cualquier palabra, mucho antes de que puedan entrar a un razonamiento que les permita tomar decisiones. Y, por lo tanto, uno podría entender que la mayor parte del mundo nace siendo religioso y que tiene dos vías: o profundizar el acercamiento con Dios y con esa fe, o ir distanciándose.
— ¿Y usted ¿por cuál optó? ¿Cuál ha sido su experiencia?
— La segunda. Yo provengo de una familia chileno-palestina. Es oriunda de la conurbación de Belén con Beit Jala, es decir, del lugar donde nació Jesús. No conozco esos parajes pero nací en el seno de una familia profundamente cristiana. Incluso, en un minuto, evalué seriamente entrar a un seminario y estudiar para ser cura. Fui del Movimiento Apostólico de Schoensttat, hasta que, siempre digo yo, vi la luz roja. Y eso me hizo salvarme. Pero efectivamente, soy un amante de las religiones como tema, soy muy respetuoso de la fe y me encanta. Conozco mucho de religión porque me he preocupado de estudiar las religiones en profundidad.
— En ese estudio ¿qué busca, qué le motiva?
— Creo que la búsqueda de respuestas siempre tiene que ser amplia. Uno tiene que ir con el paso del tiempo, y con la madurez, tomando decisiones. Pero cuando uno está en la juventud, creo que casarse con una forma de pensamiento puede ser bastante precoz y anticipado pues es la medianía de la vida la que a uno le permite tomar decisiones acerca de aquellas cosas en las que cree profundamente y aquellas en las que no.
— Usted es alcalde de un territorio con historia, con un comercio potente, poblaciones con identidad, tiene templos y conventos, iglesias patrimoniales, iglesias evangélicas, colegios, santuarios y hasta un cementerio católico. Si queda duda, comparte a la Virgen del Cerro con la comuna de Providencia. ¿Cómo es su relación con los creyentes?
— Bueno, nací, me he criado, he vivido y todo mi desarrollo ha sido rodeado de creyentes. Por lo tanto, tengo la mejor relación con ellos que he podido tener en mi vida. La verdad es que las religiones son parte de mi vida, más allá de que hoy día yo no sea creyente.
— Y en la relación fe y política…
— Es que, políticamente hablando, soy más cercano a la gente que separa la religión de la política. Entendiendo que, por ejemplo, en el contexto de la religión evangélica, recuerdo que hace unos 20 o 25 años atrás, los evangélicos tenían esa tradición, creo que algunos la han ido perdiendo, de orar por las autoridades que Dios ha puesto a cargo de los países, para que los ilumine, les vaya bien, les dé efectivamente fuerza y sabiduría. E incluso, en algún minuto, recuerdo que ellos llamaban a no participar y a no votar.
“En el último tiempo, sobre todo con el declive de la influencia política de la Iglesia Católica en algunos partidos del sistema político, una parte de la Iglesia evangélica ha ido tomando un rol mucho más político, llegando incluso a la conformación de bancadas evangélicas. Cosa que, desde mi perspectiva, desde lo que yo conozco, entra un poco en contradicción con las tradiciones evangélicas, porque se tornan —-no sólo en Chile sino que, en muchos países del mundo, en Brasil con Bolsonaro y en otras partes— en una comunidad activa políticamente y profundamente conservadora que, además, creo que se distancia y entra en contradicción con los fundamentos del cristianismo.
«Recordemos que cuando el cristianismo surge en la historia de la humanidad en el marco del Imperio Romano, surge peleando precisamente con la bandera de lucha de la libertad de culto y la libertad de conciencia. Solo cuando el cristianismo se transforma en la religión oficial del imperio, comienza una parte de la religión, a tener una transformación y un acercamiento hacia el instrumento de dominación que es el aparato del Estado, y terminan con toda esta historia, que incluye la Inquisición y los abusos. Pero a partir de uno de los concilios ecuménicos, empieza una transición nuevamente a poner en valor la libertad de conciencia y la libertad de credo, cosa que hoy día vuelve a estar en discusión.
— ¿Libertades que serán tema en la redacción de la nueva Constitución?
— O sea, yo creo que el Estado debe ser laico y debe contemplar la libertad absoluta de creencia. Y debe consagrarla.
— ¿Ese laicismo debe implicar el pago de impuestos de las iglesias, por ejemplo?
— No soy muy partidario de las exenciones. Soy partidario de tener comunidades responsables de sus propias decisiones. No estoy muy convencido de que todos los ciudadanos, creyentes y no creyentes, tengan que, de una u otra manera, financiar actividades de los cultos. Por lo tanto, creo que las iglesias tienen que funcionar como lo hacen todas las organizaciones. Y en eso creo que las comunidades religiosas o iglesias deben asumir con mayor responsabilidad el ser parte de la comunidad civil. Yo creo que eso se ha ido perdiendo, y ha hecho que se vaya distanciado y debilitado la influencia de algunas iglesias en la sociedad.
Iglesia – Estado
— ¿Pero valora esa influencia? Hoy algunas iglesias con motivo de la nueva Constitución, sin duda intentarán incidir en los temas más dogmáticos.
— A ver, es que ahí tengo una visión. Soy partidario del Estado laico, y por lo tanto, creo que las iglesias deben dar esa discusión pero al interior de sus templos, en una actividad que es proselitista, tratando de ampliar la influencia a través de medios de comunicación, como éste en que estamos conversando hoy, y a través de una serie de espacios para el debate, que tienen que estar legitimados y protegidos.
“Lo que no puede pasar, es que una creencia pretenda convertir en ley sus preceptos. Es decir, pretenda que el Estado la suplante en su rol de convertir y de promover las ideas. Uno puede ser partidario de condenar las relaciones sexuales fuera del matrimonio, pero usted comprenderá que sería absurdo que, si alguien cree que eso debe ser así, le pida al Estado que haga una ley para penalizarla.
“Por lo tanto, las Iglesias tienen todo el derecho a cumplir sus objetivos, dentro del marco de una discusión social al interior de los templos pero no actuando en política”.
— De lo que usted explica, entiendo que la Iglesia y el Estado estarían solo un poco separadas y que faltaría mucho para cumplir con la declaración hecha en 1925.
— Todavía hay una separación del Estado y la Iglesia que está inconclusa. Todavía las iglesias tienen mucha influencia en la política y en el Estado. Tienen mucha influencia en el poder judicial y en la definición y discusión legislativa.
“Creo que este es un tema que está en desarrollo y que efectivamente se va a consolidar en la medida en que pase el tiempo. No sólo en nuestro país. Piense usted que en Francia hay un reflujo que va en la dirección completamente opuesta a la dirección que Francia traía en términos de separación del Estado y la Iglesia. Incluso han llegando a permitir que el Estado impida a algunas personas andar con signos religiosos en las calles, prohibición que es solo para los que no son cristianos.
«Entonces, Francia se está convirtiendo en un país bastante más fundamentalista que permite que los cristianos anden con la cruz colgando en sus pechos pero que no permite que los musulmanes anden con signos musulmanes en sus pechos. Uno puede decir ¿se ha materializado la separación del Estado y la Iglesia en Francia? Pareciera que, hoy día, esto está en discusión”.
— ¿Qué desafíos visualiza entonces sobre este tema para la redacción de la nueva Constitución?
— Volver a reafirmarla, con un mandato expreso para todos los poderes del Estado de qué significa la separación del Estado y la Iglesia. Con el término de todas las exenciones. Vuelvo a decirlo: me parece un poco improcedente que, por ejemplo, un ateo financie a través de sus impuestos a las iglesias. O que un musulmán financie a los evangélicos. Me parece que éste es un tema que cada comunidad religiosa debe resolver de manera autónoma. Y deben concurrir, como todos los creyentes y los no creyentes, en las mismas condiciones a construir una sociedad igualitaria.
“Debe resguardarse, por ejemplo, la libertad de enseñanza, en términos de permitir proyectos que sean específicos, incluyendo los religiosos. Lo que sí, es que estos no debieran recibir financiamiento estatal porque el Estado no tiene por qué financiar una educación fundamentalista, ni judía, ni cristiana, ni católica, ni evangélica. Entonces, creo que ahí hay una división que hacer porque la educación estatal, para mí, debe ser laica”.
— Más allá de las iglesias o comunidades, más allá de las religiones, hay un cierto consenso en el mundo de que la espiritualidad es un derecho humano fundamental. ¿Está de acuerdo con eso?
— Estoy absolutamente de acuerdo con proteger las espiritualidades y darles un sitial de derecho fundamental. O sea, esta es la discusión que se dio con el machi Celestino Córdoba, que estuvimos ¡cuánto tiempo arriesgando la vida de una persona sólo porque no se le permitía cumplir con sus ritos y cumplir la pena, en una condición que le permitiera responder a sus creencias! Este tema, es una discusión que el Estado no se puede permitir porque es discriminatoria. Es como si, efectivamente, a un cristiano en prisión no se le diera la oportunidad de asistir a misa. Y eso se hace.
— En el estallido social algunos cristianos y cristianas han estado presente en la calle haciendo oraciones y acompañando a la gente. Se ha insistido, también, que a diferencia de lo anterior, los obispos han estado ausentes de esta realidad. ¿Cómo observa usted esto?
— Yo suelo respetar todas las posiciones. Lo que sí, entiendo, que las iglesias son instituciones jerárquicas y que no les hace bien tener estas contradicciones entre sus comunicadores públicos. Eso las empieza a transformar más en grupos con intereses políticos y no religiosos.
“Cuando uno mira los valores y principios de la iglesia, sus escritos, textos sagrados, uno debiera entender—casi por definición— de qué lado debieran estar todos ellos. Por tanto, llama profundamente la atención que estén del otro lado, digamos. Pero esa es una decisión legítima, que cada uno debe tomar.
“Sin embargo, sirve entender de cómo esto impacta o no la influencia de determinada creencia en la sociedad. Piense usted, le voy a dar un ejemplo que uso habitualmente, lo que significaba para los cristianos en tiempos de dictadura, tener al Padre Hasbún legitimando los crímenes de la dictadura, a través de una columna de opinión televisada semanal, cuando al otro lado, estaba la Vicaría de la Solidaridad tratando de defender a quienes eran víctimas de las violaciones a los derechos humanos. Eso daña mucho a la iglesia y más con lo que pasó después. Por lo mismo, la iglesia debe remitirse al espacio y a la jurisdicción que le corresponde”.
Abusos de la Iglesia
— A propósito del daño ¿qué opinión tiene usted de los abusos eclesiásticos?
— Creo que todas las iglesias han sido cómplices de los abusos. Y son responsables las curias y las directivas de todas las iglesias. De ahí hacia abajo.
“Lamento, también, que hayan encubierto y que hayan sido promotores, de una u otra manera, de que esto se mantuviera en el tiempo. Y además, que hayan tratado de establecer impunidad para estos delitos, a través de separar la justicia humana de la justicia divina, administrada por seres humanos en la tierra. Creo que todo el peso de la ley debiera caer sobre todos aquellos que han cometido estos abusos, a aquellos que los han encubierto y a los que hasta los han promovido”.
— ¿Cree que el Estado debiera tomar cartas en el asunto, como por ejemplo, establecer una comisión de verdad, justicia y reparación sobre los abusos sexuales?
— O sea, creo que el Congreso debiera haber puesto hace rato una comisión investigadora. Son ellos los que están a cargo de cuidar y de defender y de legislar lo necesario para proteger a sus ciudadanos. Y creo que, de una u otra manera, no siempre se hace.
Fratelli Tutti
— Sé que usted ha estudiado a fondo la reciente encíclica del papa Francisco, Fratelli Tutti. En términos generales ¿qué comentario le suscita?
— Voy a partir ligando dos encíclicas porque cuando uno suma Laudato Si’ con Fratelli Tutti, son dos cartas del Papa que muestran un giro trascendental de la Iglesia en los últimos tiempos, incluso en las últimas décadas y en los últimos cientos de años.
“Porque paulatinamente, se va abandonando una visión teocéntrica y antropocéntrica y se empieza a entrar en un mundo más definido como ecocéntrico, donde el concepto de unidad material del mundo, más propio de visiones más materialistas, empieza a permear a la Iglesia. Me refiero a esto de que somos todos uno y la misma cosa.
“Esto de que somos todos dueños de la tierra; de que la tierra es para todos y todas y que los beneficios y privilegios de unos, no pueden estar sustentados en las carencias de otros… Esto de no tener hoy día, como se indica en el primer capítulo de la Fratelli Tutti, un proyecto para todos, con esta crítica fundamental a la visión neoliberal, que sí tiene un proyecto para los triunfadores de la globalización neoliberal pero que no incorpora a los que no son capaces de subirse al carro de la globalización neoliberal… me parece que son cambios muy grandes.
“En este texto, el papa Francisco vuelve a hablar de la Casa Común, que plantea en Laudato Si’ y me sorprendió mucho cómo hace el enfoque sobre la cultura del descarte, que según la misma encíclica, se expresa de muchas maneras. Como la obsesión de reducir costos laborales, como la posibilidad de entender que hay algo que pueda justificar las guerras, como no entender que efectivamente los derechos humanos aún no son suficientemente universales. Yo creo que Fratelli Tutti tiene varias anotaciones que son muy notables.
— En esta encíclica Francisco reconoce en la solidaridad una fuerza de transformación social importante. Así, por ejemplo, los comedores populares no son solo una gestión de solidaridad para dar de comer al hambriento solamente sino que son parte de movimientos sociales en perspectiva de transformación.
— A mí no me llama la atención, muy por el contrario. Saludo, y efectivamente, me alegra y me sorprende positivamente que se vayan alcanzando respuestas que son comunes. En el sentido de que cuando plantea la encíclica que los bienes están puestos en la tierra para todas las mujeres y todos los hombres, que incluso como lo dice en los numerales 118, 119 y siguientes, de que cuando a alguien le falta algo, es porque otro se lo está quedando; de que cuando le damos a los pobres, les devolvemos lo que se les ha robado; la verdad, es que a mí me llamó la atención la profundidad y la dureza con la cual Fratelli Tutti aboga por un cambio en los patrones de consumo y en la forma de comprender la propiedad privada.
“De hecho, hay un capítulo donde llama, pero así, clara y tajantemente, a reproponer la función social de la propiedad. ¿Usted sabe lo que esto significa en Chile? O sea, la función social de la propiedad la propuso el gobierno de Salvador Allende en 1970, y fue derrocado por esto. Y hasta el día de hoy, pocos en este país reconocen la función social de la propiedad.
“Ciertamente, está en discusión hoy día la posibilidad de la apropiación social de los bienes que se producen en el mundo. Entonces, me parece que es una encíclica profundamente revolucionaria, hermosa y muy potente. Yo sólo tengo el sueño de que los cristianos y cristianas sean capaces de hacerse cargo de este texto, que ilumina de manera bastante diáfana un camino hacia un mundo mejor”.
Buena política
— También la encíclica tiene el capítulo quinto dedicado a la “buena política”. ¿Qué comentario tiene al respecto? ¿Se siente interpelado de algún modo?
— La verdad… es que sí. Pero sentí que era una interpelación al sistema. Y más que sentirme interpelado me sentí muy identificado. Porque cuando uno ve que en la comuna de Recoleta hemos hecho iniciativas por abaratar y simplificar la vida de las personas, eso es poner en el centro la dignidad. Es decir, acá en Recoleta no hemos hecho cosas para que el Estado le regale a la gente, porque eso no es digno. Acá lo que hemos hecho es permitir que la gente pueda vivir en dignidad. Y entendemos la dignidad como el derecho a ser felices pero en un contexto de autonomía. Es decir, que con sus ingresos, a las personas les alcance para proveerse de todo lo necesario.
“Esta es una discusión que nosotros venimos dando hace ocho años. Hemos avanzado con la farmacia popular, con la óptica popular, con la librería popular, precisamente en esa orientación. Entonces, más que sentirme interpelado en lo personal, me sentí identificado. Y creo que es una interpelación bastante profunda sobre todo a los partidos que dicen tener raíces cristianas, como la UDI, la Democracia Cristiana, partidos que parecen que olvidan de que uno es lo que hace y no sólo lo que dice”.
— Un tema central en la encíclica es la amistad social y el diálogo. ¿En Chile de qué modo podríamos concretarla?
— Primero, abriendo canales para que la ciudadanía y el pueblo de Chile pueda permear al sistema político cada vez que lo sienta necesario. Mientras el sistema político siga siendo un sistema impermeable, donde te invitan a votar una vez cada cuatro años, después te mandan para la casa, no participas de la discusión, no te toman la opinión, te hacen ver casi como un actor secundario y absolutamente irrelevante, así… va a ser difícil.
“La amistad social no puede permitir que una minoría le ponga veto a la mayoría. Uno no puede entender que la amistad social se vaya construir con que un tercio de la población le pueda decir a dos tercios de la población que no pueden hacer lo que quieren hacer.
«Y lo llevo, incluso, al tema de la Convención Constitucional, porque me parece súper poco amistad social, que si en una mesa estuviéramos diez personas sentadas, tres le pudieran decir a siete que no pueden hacer lo que ellos quieren, porque se sienten privados de su derecho a libertad. Eso no es amistoso.
“Entonces, avanzar hacia una democracia verdaderamente participativa, protagónica, con elementos de democracia directa, como los plebiscitos, los referendums, las iniciativas populares de ley, permitiría que el diálogo social fuera más democrático y más amistoso”.
— ¿Podríamos decir, entonces, que con la Fratelli Tutti quedó atrás definitivamente esto de que “religión es el opio del pueblo”?
— Ahí hay una cita un poco caricaturesca, que descontextualiza la cita. En la Rusia zarista, la religión de esa época justificó la masacre de miles de personas para defender al zar. Ahora, si usted me pregunta si hay una religión que vuelva a ser utilizada políticamente para sostener los privilegios de una familia, en contra de las necesidades de todo el pueblo, una religión de ese tipo volvería a ser el opio del pueblo. Pero una religión fundada efectivamente en estas dos encíclicas, la Laudato Si’ y la Fratelli Tutti, me parece una religión bastante más cercana al movimiento bolchevique que a los que fueron capaces de justificar los crímenes de lesa humanidad para defender al zar.
— Pero en Chile no avanzamos mucho en respetar a quienes piensan distinto. ¿Que cree usted?
— O sea, todos los días hay gente que es capaz de matar a los que piensan distinto en nombre de Dios y de la Virgen. Los tenemos a la vista. Aquellos que hablan de que la presentación de un proyecto pueda ser decadencia moral. Bueno, son precisamente eso.
“Le voy a dar un ejemplo súper claro. En ningún texto bíblico usted va a encontrar una frase de Jesucristo o de sus apóstoles en contra del aborto. Lo que Jesús plantea es que las madres cristianas nunca abandonen a sus hijos, textual. Pero eso no puede ser entendido como el intento de obligar a las madres no cristianas a cumplir con la ley cristiana. Porque eso también es parte de no entender la libertad de culto. Y si uno se va a meter en la discusión de cuándo empieza la vida, esa discusión no puede pasar por sobre la separación del Estado y la Iglesia. Por lo menos yo, que conozco la Biblia, conozco el Antiguo y el Nuevo Testamento, sé a ciencia cierta, que no hay una sola palabra en contra del aborto. Lo que sí es que Jesús llama claramente a las madres cristianas a nunca abandonar a sus hijos. Yo espero que ninguna madre cristiana lo haga, jamás”.
(Entrevista de Aníbal Pastor N. 22/11/2020)
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